vilalba |
CONTACTO
Oficina de turismo Dirección: Rúa Domingo Goás, 27800 Vilalba Telf. 982 511 383 Email: [email protected] |
GUÍA TURÍSTICA
QUÉ VISITAR
|
ÁREA RECREATIVA DE A MADALENA
Mourence, 27820 Vilalba - Lugo La Magdalena es un extenso área de recreo que abarca una extensión de 3 hectáreas al lado del río que le da nombre. Ajardinada con césped y ubicada en un entorno de vegetación autóctona, cuenta con una amplia infraestructura de servicios para la práctica de deporte y actividades de ocio: footing, pesca, baño, baloncesto, fútbol, atletismo, volei playa y tenis, por ejemplo, y además cuenta con un merendero.
De la Magdalena parte el paseo fluvial. En sus cercanías se sitúa un parque acuático y, no muy lejos, se pueden visitar un crucero, varios molinos y la capilla de la Magdalena, con advocación a San Lázaro. |
|
TORRE DOS ANDRADE
Calle Valeriano Valdesuso, s/n, 27800 Vilalba - Lugo Si algo es conocido en Vilalba es la Torre dos Andrade. La actual construcción es el resto que se conserva de un castillo sucesor de otra fortaleza de principios del siglo XIV, época del rey Fernando IV de Castilla. Destruida en la Primera Revuelta Irmandiña en 1341, volvió a ser reconstruida aunque derribada de nuevo en la Segunda Revuelta Irmandiña (1467-1469). Resurgió otra vez en el siglo XV, torre que llegó a nuestros días. Destaca en la construcción su forma octogonal, que se aleja de los modelos existentes tanto en Galicia como en el norte de España. A principios del XX corrió peligro de destrucción y en los años 60 fue rehabilitada como Parador de Turismo, recientemente ampliado con moderna edificación anexa.
|
|
MUSEO DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGIA DE VILALBA
Calle Domingo Goás 2, 27800 Vilalba - Lugo Fundación pública municipal que tiene como finalidad primordial la búsqueda, la conservación, la exhibición y el estudio de materiales, desde el Paleolítico a Roma, dentro del ámbito geográfico gallego. Cuenta con una colección de materiales datados entre el Paleolítico y el Mesolítico, que provienen fundamentalmente de depósitos de coleccionistas particulares y de piezas recuperadas en el transcurso de excavaciones arqueológicas promovidas por el museo.
Contacto
|
COMO LLEGAR
A Laracha es un municipio privilegiado en cuanto a vías de comunicación en la comarca debido a que la autopista AG-55 tiene dos entradas-salidas en el ayuntamiento: una en Paiosaco y otra en O Cancelo (Cabovilaño), a dos kilómetros de la capital municipal. La carretera C-552 de A Coruña-Fisterra atraviesa el municipio desde Paiosaco (Lestón) hasta Proame (Lemaio), pasando por Torás y Cabovilaño.
La vía férrea A Coruña-Madrid atraviesa un extremo del ayuntamiento. La estación más cercana la encontramos en Meirama (Cerceda), a un kilómetro del límite de nuestro municipio.
La línea del AVE A Coruña-Santiago pasa por la parroquia de Soandres, lugar por donde tamén discurre la carretera AC-400 que, además, sirve de nexo de unión con la A-6, principal vía de acceso a Galicia.
La proximidad de los aeropuertos de Alvedro (A Coruña, a 24 kilómetros) y Lavacolla (Santiago, a 45 kilómetros) hacen que este transporte pueda ser utilizado sin grandes desplazamientos.
La vía férrea A Coruña-Madrid atraviesa un extremo del ayuntamiento. La estación más cercana la encontramos en Meirama (Cerceda), a un kilómetro del límite de nuestro municipio.
La línea del AVE A Coruña-Santiago pasa por la parroquia de Soandres, lugar por donde tamén discurre la carretera AC-400 que, además, sirve de nexo de unión con la A-6, principal vía de acceso a Galicia.
La proximidad de los aeropuertos de Alvedro (A Coruña, a 24 kilómetros) y Lavacolla (Santiago, a 45 kilómetros) hacen que este transporte pueda ser utilizado sin grandes desplazamientos.
GEOGRAFÍA
Vilalba es la capital de la comarca de la "Terra Chá", situada en el centro de la provincia de Lugo. Nuestro ayuntamiento limita al norte con los de Abadín, Muras y Xermade; al sur, con Cospeito, Begonte y Guitiriz; por el este, con Abadín y Cospeito; y por el oeste, con Xermade y Guitiriz. Su extensión total es de 379 km2 cuadrados, repartidos en vintenove parroquias, además del casco urbano de la villa.
Topográficamente, estamos delante de un ayuntamiento ocupado en su mayor parte por una extensa explanada, excepto en su zona norte en que se sitúan las sierras de la Carba y del Xistral. En esta última se alza el monte Monseiván, con una altitud máxima de 929 metros sobre el nivel del mar. El hecho de estar delante de una grande planicie puede considerarse altamente favorable para el aprovechamiento agrario.
Topográficamente, estamos delante de un ayuntamiento ocupado en su mayor parte por una extensa explanada, excepto en su zona norte en que se sitúan las sierras de la Carba y del Xistral. En esta última se alza el monte Monseiván, con una altitud máxima de 929 metros sobre el nivel del mar. El hecho de estar delante de una grande planicie puede considerarse altamente favorable para el aprovechamiento agrario.
HISTORIA
Vilalba puede enorgullecerse legítimamente de ofrecer abundantes y preciosos testimonios que evidencian una personalidad histórica desde el Paleolítico hasta nuestros días. Acreditan, sobradamente, este hecho un gran número de documentos de singular valor: abrigos de los primeros pobladores, construcciones funerarias del Neolítico, muestras del Megalítico, y las primeras aldeas fortificadas, los castros, todos ellos pruebas evidentes das primeras ocupaciones humanas del territorio.
Tal como refiere el historiador vilalbés Mato Vizoso, las primeras menciones a la actual villa datan del siglo VI. En efecto, en textos documentales se alude la Santa María de Montenegro, villa amurallada y con castillo bajo la protección de la familia del mismo nombre. Estos nobles cedieron, también, su denominación a la iglesia parroquial de Vilalba (Santa María de Montenegro) y habitaron un pazo, que aún conserva su escudo, fuera del recinto amurallado, a las afueras de la villa,probablemente unido con la fortaleza por una serie de pasadizos subterráneos. Allá por el siglo VIII y previsiblemente en el marco de las invasiones musulmanas que azotaban la península desde el año 711, sufrió la villa de Santa María de Montenegro un devastador incendio que la destruyó completamente. Durante 400 años dejamos de tener testimonios de su existencia, hasta que en el siglo XII aparece esta mencionada con otro nombre, Vilarente.
No parece clara la fecha exacta de la construcción de la fortaleza y de las primeras menciones a la villa con su nombre actual, Vilalba. Algunos sitúan la fundación de este asentamiento en el siglo XI, mientras que otros localizan la primera mención del topónimo un siglo después, para hablar ya hacia 1400 de una villa que formaba parte del señorío de Fernando Ruíz de Castro. Sea como sea, en la Edad Media la historia más relevante del ayuntamiento está directamente vinculada a una poderosa dinastía, los Andrade, que extendía sus amplios dominios por las fortalezas de Betanzos, Ferrol, Pontedeume, Moeche y Vilalba. La victoria trastamarista provocó la segunda donación de la villa la esta dinastía, esta vez por parte de Henrique II, al que Andrade le había ofrecido su apoyo en contra de Pedro I quien, curiosamente, había sido su primer bienhechor. El hecho de que esta fidelidad militar fuera premiada con una donación de tales características se sitúa en la línea de actuación sucesiva por la nueva dinastía entronizada, los Trastámara, que trajo canda él la ascensión de una nobleza laica muy belicosa y agresiva que atacaba monasterios, obispos, burgueses y campesinos y que necesitaba, por lo tanto, crear castillos como símbolo de poder y, sobre todo, como elemento defensivo de sus dominios, cada vez más extensos debido a las mercedes reales.
En el siglo XV, por mor de los enfrentamientos entre las distintas familias señoriales gallegas, entre laicos y eclesiásticos, entre campesinos y nobles, y sobre todo por causa de la Revolución Irmandiña, esencialmente campesina, fueron destruidas muchas fortalezas, entre ellas el castillo de Vilalba. En efecto, los mismos vecinos de la villa se alzaron en armas y destruyeron el primitivo castillo en el 1431, cuando se sublevaron contra su opresor, Nuno Freire de Andrade, quien después obligó a los propios vecinos a reconstruir la fortaleza. En el 1467, en la que sería la segunda y verdadera Revuelta Irmandiña, Afonso de Lanzós, Pedro de Osorio y Diego de Lemos dirigieron un auténtico ejército popular que acabó con todas las fortificacións de los Andrade, con excepción de la de Moeche.
El castillo vilalbés reconstruido después del levantamiento irmandiño constaba de un cuadrilátero con tres torres en los ángulos, además de la torre del homenaje. Esta última presenta una planta octogonal, desusada en la Península Ibérica y única en Galicia, la que llegó hasta nuestros días. Fue reconstruida por Diego de Andrade, nominado conde de Vilalba por los Reis Católicos en pago a su destacado papel en la corte, así como al gran apoyo que les prestó a estos durante la Guerra de Granada. Tras el matrimonio de la hija de Fernando de Andrade con el Conde de Sarria, la casa de Andrade se incorpora a la de Lemos. Curiosamente se sabe que uno de los caudillos de la Revuelta Irmandiña, Afonso de Lanzós, pretendió construir, en un lugar aún hoy denominado "O Pazo" y próximo al aún conservado pazo de Samarugo, una fortaleza que compitiera con la de Andrade en Vilalba, pero el conde no permitió semejante osadía.
La antigua torre del homenaje del castillo de los Andrade fue reconvertida en el siglo XX en parador de turismo, y en la última década sufrió una importante transformación y modernización. Los ángulos y los arcos de los vanos son de cantería de granito. El conjunto aparece coronado por una barbacá saliente sobre modillones.
Cuando mencionábamos que parte de la historia sigue presente, podemos referirnos a las antiguas rentas feudales, los capones, que hoy constituyen uno de los más preciados y exquisitos platos de nuestra gastronomía, y que fueron durante siglos forma de pago de rentas, marca de vasallaje, medios, en fin, para contentar a los señores de la tierra.
Por otra parte, hace falta mencionar el hecho de que Vilalba no quiso desmarcarse de las corrientes de espiritualidad que inundaron la península en el marco de la civilización cristiana occidental.
La eclosión del fenómeno pacego en los siglos XVI y XVII, deber a la introducción del maíz procedente de América y a la consecuente mejora de la situación económica de la hidalguía, dejó en el Ayuntamiento de Vilalba suntuosas casas hidalgas edificadas en el campo, poseedoras de signos heráldicos, de mayores dimensiones que las normales en otras zonas y que constituyen un exponente de lujo de nuestras formas de arquitectura popular.
Aunque no de forma tan intensa como otras zonas de Galicia, también Vilalba sufrió trastornos derivados del convulso siglo XIX y atribuibles a fenómenos históricos tales como la Invasión Francesa y la primera Guerra Carlista. En la segunda mitad de esta centuria y al largo de todo el siglo XX fue la villa el centro de una intensa actividad intelectual y cultural, sin parangón en asentamientos de dimensiones similares. Tal es la razón de que nuestras calles lleven el nombre de importantes escritores, poetas, pensadores y creadores, que honran su cuna al otro lado de nuestras fronteras.
Tal como refiere el historiador vilalbés Mato Vizoso, las primeras menciones a la actual villa datan del siglo VI. En efecto, en textos documentales se alude la Santa María de Montenegro, villa amurallada y con castillo bajo la protección de la familia del mismo nombre. Estos nobles cedieron, también, su denominación a la iglesia parroquial de Vilalba (Santa María de Montenegro) y habitaron un pazo, que aún conserva su escudo, fuera del recinto amurallado, a las afueras de la villa,probablemente unido con la fortaleza por una serie de pasadizos subterráneos. Allá por el siglo VIII y previsiblemente en el marco de las invasiones musulmanas que azotaban la península desde el año 711, sufrió la villa de Santa María de Montenegro un devastador incendio que la destruyó completamente. Durante 400 años dejamos de tener testimonios de su existencia, hasta que en el siglo XII aparece esta mencionada con otro nombre, Vilarente.
No parece clara la fecha exacta de la construcción de la fortaleza y de las primeras menciones a la villa con su nombre actual, Vilalba. Algunos sitúan la fundación de este asentamiento en el siglo XI, mientras que otros localizan la primera mención del topónimo un siglo después, para hablar ya hacia 1400 de una villa que formaba parte del señorío de Fernando Ruíz de Castro. Sea como sea, en la Edad Media la historia más relevante del ayuntamiento está directamente vinculada a una poderosa dinastía, los Andrade, que extendía sus amplios dominios por las fortalezas de Betanzos, Ferrol, Pontedeume, Moeche y Vilalba. La victoria trastamarista provocó la segunda donación de la villa la esta dinastía, esta vez por parte de Henrique II, al que Andrade le había ofrecido su apoyo en contra de Pedro I quien, curiosamente, había sido su primer bienhechor. El hecho de que esta fidelidad militar fuera premiada con una donación de tales características se sitúa en la línea de actuación sucesiva por la nueva dinastía entronizada, los Trastámara, que trajo canda él la ascensión de una nobleza laica muy belicosa y agresiva que atacaba monasterios, obispos, burgueses y campesinos y que necesitaba, por lo tanto, crear castillos como símbolo de poder y, sobre todo, como elemento defensivo de sus dominios, cada vez más extensos debido a las mercedes reales.
En el siglo XV, por mor de los enfrentamientos entre las distintas familias señoriales gallegas, entre laicos y eclesiásticos, entre campesinos y nobles, y sobre todo por causa de la Revolución Irmandiña, esencialmente campesina, fueron destruidas muchas fortalezas, entre ellas el castillo de Vilalba. En efecto, los mismos vecinos de la villa se alzaron en armas y destruyeron el primitivo castillo en el 1431, cuando se sublevaron contra su opresor, Nuno Freire de Andrade, quien después obligó a los propios vecinos a reconstruir la fortaleza. En el 1467, en la que sería la segunda y verdadera Revuelta Irmandiña, Afonso de Lanzós, Pedro de Osorio y Diego de Lemos dirigieron un auténtico ejército popular que acabó con todas las fortificacións de los Andrade, con excepción de la de Moeche.
El castillo vilalbés reconstruido después del levantamiento irmandiño constaba de un cuadrilátero con tres torres en los ángulos, además de la torre del homenaje. Esta última presenta una planta octogonal, desusada en la Península Ibérica y única en Galicia, la que llegó hasta nuestros días. Fue reconstruida por Diego de Andrade, nominado conde de Vilalba por los Reis Católicos en pago a su destacado papel en la corte, así como al gran apoyo que les prestó a estos durante la Guerra de Granada. Tras el matrimonio de la hija de Fernando de Andrade con el Conde de Sarria, la casa de Andrade se incorpora a la de Lemos. Curiosamente se sabe que uno de los caudillos de la Revuelta Irmandiña, Afonso de Lanzós, pretendió construir, en un lugar aún hoy denominado "O Pazo" y próximo al aún conservado pazo de Samarugo, una fortaleza que compitiera con la de Andrade en Vilalba, pero el conde no permitió semejante osadía.
La antigua torre del homenaje del castillo de los Andrade fue reconvertida en el siglo XX en parador de turismo, y en la última década sufrió una importante transformación y modernización. Los ángulos y los arcos de los vanos son de cantería de granito. El conjunto aparece coronado por una barbacá saliente sobre modillones.
Cuando mencionábamos que parte de la historia sigue presente, podemos referirnos a las antiguas rentas feudales, los capones, que hoy constituyen uno de los más preciados y exquisitos platos de nuestra gastronomía, y que fueron durante siglos forma de pago de rentas, marca de vasallaje, medios, en fin, para contentar a los señores de la tierra.
Por otra parte, hace falta mencionar el hecho de que Vilalba no quiso desmarcarse de las corrientes de espiritualidad que inundaron la península en el marco de la civilización cristiana occidental.
La eclosión del fenómeno pacego en los siglos XVI y XVII, deber a la introducción del maíz procedente de América y a la consecuente mejora de la situación económica de la hidalguía, dejó en el Ayuntamiento de Vilalba suntuosas casas hidalgas edificadas en el campo, poseedoras de signos heráldicos, de mayores dimensiones que las normales en otras zonas y que constituyen un exponente de lujo de nuestras formas de arquitectura popular.
Aunque no de forma tan intensa como otras zonas de Galicia, también Vilalba sufrió trastornos derivados del convulso siglo XIX y atribuibles a fenómenos históricos tales como la Invasión Francesa y la primera Guerra Carlista. En la segunda mitad de esta centuria y al largo de todo el siglo XX fue la villa el centro de una intensa actividad intelectual y cultural, sin parangón en asentamientos de dimensiones similares. Tal es la razón de que nuestras calles lleven el nombre de importantes escritores, poetas, pensadores y creadores, que honran su cuna al otro lado de nuestras fronteras.