GUÍA TURÍSTICA
QUÉ VISITAR
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IGLESIA DE SAN XOÁN DE BAOS
Caión, 15145 A Laracha - A Coruña Iglesia de San Xoán de Baos, situada en una colina rodeada por el río Rodil, conformando iglesia y pueblo un pintoresco cuadro, en lo que parece haber sido una construcción castreña.
De amplias proporciones se encuentra revocada en cal, con tres naves cubiertas con tejado de pizarra y madera en el interior. En su interior, destaca el retablo mayor, neoclásico, así como la imagen policromada de San Andrés, del siglo XV, ubicada en el retablo lateral, de estilo renacentista. |
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IGLESIA DE SAN XURXO DE PIQUÍN
San Xurxo, 27242 Ribeira de Piquín - Lugo Iglesia de San Xurxo de Piquín, situada en la orilla izquierda del río Eo y datada en el año 1782, posee un bello estilo neoclásico con muros de pizarra. Su planta es de cruz latina, formada por dos capillas, con una sola nave cubierta por una bóveda de cañón.
En el interior, un retablo neoclásico en la capilla lateral y una cruz de plata repujada. |
SITUACIÓN
En la provincia de Lugo, en la parte oriental de la Sierra de Meira, en los márgenes del río Eo, está el Ayuntamiento de Ribeira de Piquin.
Limita con A Pontenova y Riotorto al Norte, con Baleira al Sur, A Fonsagrada al Este y con los municipios de Meira y Pol al Oeste.
Limita con A Pontenova y Riotorto al Norte, con Baleira al Sur, A Fonsagrada al Este y con los municipios de Meira y Pol al Oeste.
GEOGRAFÍA

El municipio de Ribeira de Piquín se encuentra ubicado en la mitad oriental de la provincia de Lugo, concretamente a ambas márgenes del río Eo , en el tramo que bordea la parte oriental de la Sierra de Meira. El término presenta un relieve accidentado, fruto de la orogenia alpina que, en el trascurso de los tiempos, logró modificar las antiguas configuraciones de tipo terciario.
Desde el punto de vista litológico predominan los esquistos, que aparecen mezclados con capas de cuarcita y arenisca, materiales que facilitaron una erosión progresiva, configurando un modelado de profundos valles, por los que discurren ríos y arroyos, y de altas cumbres, sobre todo en la mitad nororiental del término municipal, donde se alcanzan las máximas altitudes, próximas a los 900 metros (A Pena Ouviaña y A Pena Grande).
Litológicamente predominan las tierras bajas mesotróficas en la parte baja de las principales cuencas fluviales (Eo y Rodil), mientras los suelos de tipo ránker distrófica predominan en las laderas altas de la Sierra de Meira y en la vertiente oeste de las cumbres de A Pena Grande, Pena Armada y Pena Ouviaña. Los suelos tipo gley se localizan en los alrededores de Moleiras y finalmente, en los chaos de A Ribeira encontramos suelos pardos y ránker pardo. La red fluvial se organiza en torno al río Eo, que cruza el municipio de Sur a Norte. Hacia esta arteria avenan otras secundarias como el Lúa y el Servial, entre otras.
Desde el punto de vista litológico predominan los esquistos, que aparecen mezclados con capas de cuarcita y arenisca, materiales que facilitaron una erosión progresiva, configurando un modelado de profundos valles, por los que discurren ríos y arroyos, y de altas cumbres, sobre todo en la mitad nororiental del término municipal, donde se alcanzan las máximas altitudes, próximas a los 900 metros (A Pena Ouviaña y A Pena Grande).
Litológicamente predominan las tierras bajas mesotróficas en la parte baja de las principales cuencas fluviales (Eo y Rodil), mientras los suelos de tipo ránker distrófica predominan en las laderas altas de la Sierra de Meira y en la vertiente oeste de las cumbres de A Pena Grande, Pena Armada y Pena Ouviaña. Los suelos tipo gley se localizan en los alrededores de Moleiras y finalmente, en los chaos de A Ribeira encontramos suelos pardos y ránker pardo. La red fluvial se organiza en torno al río Eo, que cruza el municipio de Sur a Norte. Hacia esta arteria avenan otras secundarias como el Lúa y el Servial, entre otras.
HISTORIA

Podemos señalar la antigüedad del poblamiento de estas tierras, como lo demuestran los hallazgos arqueológicos que tienen continuidad a lo largo de las etapas más antiguas. Así, cerca de A pena de Nuria se conservan vestigios de un poblado primitivo y restos célticos o precélticos en A Insua. Enfrente de Montefurado se hallaron varias hachas de piedra, una punta de lanza de hierro y una fíbula de tamaño grande, también de hierro, moteada de tres líneas simétricas de gotas de bronce. Asimismo, es probable que el paso bajo tierra de Montefurado fuese efecto de la acción minera llevada a cabo por los romanos en la parte septentrional de la Gallaecia.
Pero la historia propiamente dicha del municipio de Ribeira de Piquín comienza en el siglo XI, con la restauración o fundación del Monasterio de Meira, que va a poner al descubierto el quehacer económico, social, cultural y religioso de unos pueblos que los documentos del convento meirense llaman de “tras la Sierra”.
En 1171, la condesa Sancha, hermana del rey Alfonso VII, hizo donación al monasterio de Meira “de la mitad de la villa de Piquín”, y en 1182 el conde Rodrígo Alvarez, maestre de Santiago, entregó al mismo y a su abad Vidal “de la parte que tenía en Santalla de Piquín”. Por su parte, el rey Fernando II dona, a su vez, en 1184, al abad y frailes de Meira “el realengo de Santalla de Piquín y del Casal de Piñeiro”. Y en el privilegio de posesión que otorga al año siguiente en Cáceres el mismo rey, al fijar los límites de los bienes de la abadía se dice que van “...de Montefurado adporium de Piquín...”. En 1233 el rey Fernando da al prior de Meira y a su comunidad “la tierra de las riveras de Piquín”.
En 1235 el abad y el convento de Meira pasan por una situación un tanto difícil, ya que sus vasallos y colonos son objeto de depredaciones y rapiñas. Para poner fin a tales desafueros, el convento da en encomienda a Arias Méndez “la tierra de las Riveras de Piquín con condición que defendiese las granjas, tierras y vasallos del monasterio”.
A pesar de las donaciones y encomiendas reales y particulares que se suceden ininterrumpidamente durante siglos, A Ribeira no pierde una cierta vinculación con A Pobra de Burón, cuya jurisdicción se extendía a casi toda la cuenca del Eo, señorío de los Osorio primero, y más tarde de los estados del conde de Altamira.
Cuando el capitán general de Galicia hace en 1702 requerimiento a los hidalgos de la jurisdicción de Meira “para que partan en real servicio en defensa del Reino”, Diego Díaz de Freixo, “de edad de treinta y dos poco más o menos”, dice que es pobre y sin caudal alguno; Pedro Díaz de Freixo, “de edad de unos cincuenta años”, dice que “está achacoso de ciática y pobre de corto caudal”. El comportamiento de los hidalgos de estas tierras, un siglo más tarde, es muy diferente. Se levantan “todos a una” para defender sus tierras y sus libertades contra el francés. Constituidos en milicias populares, inflingen serios reveses a las tropas del general Mauricio Mathie, acampadas en Santalla. Al mando del merino y justicia ordinaria de Luaces, Juan de Neira y Feijoo, hostigan una y otra vez a las fuerzas invasoras. Evacuados de A Ribeira los franceses, se unen a los soldados del marqués de La Romana que había puesto su cuartel general en Piquín para continuar su lucha. Asimismo, cuando en 1833 creen en peligro “sus fueros y sus tradiciones”, vuelven “a la guerra” para luchar contra el liberalismo extranjerizante engrosando las filas del señor de Bullán. Se levantan de nuevo al estallar la tercera guerra carlista, uniéndose a las partidas absolutistas de fray Gregorio Colmenero, cura de Seixosmil. Una de las acciones más sonadas de este convencido absolutista fue la toma de Castroverde en Septiembre de 1873. Traicionados sus leales seguidores, cayó en una emboscada preparada por las fuerzas gubernamentales y varios de sus incondicionales fueron ahorcados en la plaza del pueblo”
Pero la historia propiamente dicha del municipio de Ribeira de Piquín comienza en el siglo XI, con la restauración o fundación del Monasterio de Meira, que va a poner al descubierto el quehacer económico, social, cultural y religioso de unos pueblos que los documentos del convento meirense llaman de “tras la Sierra”.
En 1171, la condesa Sancha, hermana del rey Alfonso VII, hizo donación al monasterio de Meira “de la mitad de la villa de Piquín”, y en 1182 el conde Rodrígo Alvarez, maestre de Santiago, entregó al mismo y a su abad Vidal “de la parte que tenía en Santalla de Piquín”. Por su parte, el rey Fernando II dona, a su vez, en 1184, al abad y frailes de Meira “el realengo de Santalla de Piquín y del Casal de Piñeiro”. Y en el privilegio de posesión que otorga al año siguiente en Cáceres el mismo rey, al fijar los límites de los bienes de la abadía se dice que van “...de Montefurado adporium de Piquín...”. En 1233 el rey Fernando da al prior de Meira y a su comunidad “la tierra de las riveras de Piquín”.
En 1235 el abad y el convento de Meira pasan por una situación un tanto difícil, ya que sus vasallos y colonos son objeto de depredaciones y rapiñas. Para poner fin a tales desafueros, el convento da en encomienda a Arias Méndez “la tierra de las Riveras de Piquín con condición que defendiese las granjas, tierras y vasallos del monasterio”.
A pesar de las donaciones y encomiendas reales y particulares que se suceden ininterrumpidamente durante siglos, A Ribeira no pierde una cierta vinculación con A Pobra de Burón, cuya jurisdicción se extendía a casi toda la cuenca del Eo, señorío de los Osorio primero, y más tarde de los estados del conde de Altamira.
Cuando el capitán general de Galicia hace en 1702 requerimiento a los hidalgos de la jurisdicción de Meira “para que partan en real servicio en defensa del Reino”, Diego Díaz de Freixo, “de edad de treinta y dos poco más o menos”, dice que es pobre y sin caudal alguno; Pedro Díaz de Freixo, “de edad de unos cincuenta años”, dice que “está achacoso de ciática y pobre de corto caudal”. El comportamiento de los hidalgos de estas tierras, un siglo más tarde, es muy diferente. Se levantan “todos a una” para defender sus tierras y sus libertades contra el francés. Constituidos en milicias populares, inflingen serios reveses a las tropas del general Mauricio Mathie, acampadas en Santalla. Al mando del merino y justicia ordinaria de Luaces, Juan de Neira y Feijoo, hostigan una y otra vez a las fuerzas invasoras. Evacuados de A Ribeira los franceses, se unen a los soldados del marqués de La Romana que había puesto su cuartel general en Piquín para continuar su lucha. Asimismo, cuando en 1833 creen en peligro “sus fueros y sus tradiciones”, vuelven “a la guerra” para luchar contra el liberalismo extranjerizante engrosando las filas del señor de Bullán. Se levantan de nuevo al estallar la tercera guerra carlista, uniéndose a las partidas absolutistas de fray Gregorio Colmenero, cura de Seixosmil. Una de las acciones más sonadas de este convencido absolutista fue la toma de Castroverde en Septiembre de 1873. Traicionados sus leales seguidores, cayó en una emboscada preparada por las fuerzas gubernamentales y varios de sus incondicionales fueron ahorcados en la plaza del pueblo”