samos |
CONTACTO
Oficina de Turismo
Dirección: Praza de España s/n, 27620 Samos Telf. 982 546 002 Fax: 982 546 122 Email: [email protected] |
GUÍA TURÍSTICA
QUÉ VISITAR
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MOSTEIRO DE SAN XULIÁN DE SAMOS
Samos, 27620 Samos - Lugo El Monasterio de San Xulián es un edificio de vastas proporciones situado junto al río Sarria. Fue construido en distintos períodos, por lo que presenta estructuras románicas, góticas, renacentistas y barrocas. Fue fundado por el obispo lucense Ermefredo en el S. VII. Posteriormente fue lugar de refugio de Alfonso II el Casto. Consta de tres naves separadas por grandes pilares y dos claustros de dimensión desigual, unidos entre sí. La iglesia de mediados del siglo XVIII, es de planta de cruz latina con tres naves. La fachada, precedida por una elegante escalera, no fue terminada. El interior contiene retablos de gran belleza realizados por Francisco de Moure y José Ferreiro.
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CAPELA DO CIPRÉS
Samos, 27620 Samos - Lugo Llamada así por el corpulento árbol que la acompaña y representa el monumento más antiguo de la villa. También se conoce por el nombre de capilla del Salvador. Su importancia histórica se ve afianzada por su condición de testimonio histórico más antiguo de la presencia monástica en este lugar: de finales del siglo IX o principios del X. Sus reducidas dimensiones sugieren la idea de una capilla construida para devoción. Además es uno de los pocos templos de influencia mozárabe conservados en Galicia. Fue declarada monumento nacional en 1944 y ocupa una posición privilegiada dentro de la ruta jacobea.
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GEOGRAFÍA

El Ayuntamiento de Samos forma parte de las estribaciones de las sierras orientales de Galicia. Se integra en la comarca de Sarria, limitando al norte con los ayuntamientos de Sarria y Láncara, al sur con los de Pobra do Brollón y Folgoso do Courel, por el te lees linda con el ayuntamiento de Triacastela, y por el oeste con el de Incio.
Pueden apreciarse tres zonas bien diferenciadas: la central, zona de asentamiento de las poblaciones más importantes; la zona norte, más abierta y con tierras en pendiente y suaves lomas, y Lóuzara, la zona sur con un paisaje bravía montón de montañas y valles.
Su término municipal cuenta con 1897 habitantes distribuidos en 24 parroquias que ocupan una superficie de 136 qm². Samos experimentó una despoblación progresiva que llega a ser alarmante ya que perdió casi dos tercios de la población con la que contaba en 1930: un verdadero éxodo rural. Pero como muestran las estadísticas, esta emigración disminuye a partir del año 1960.
Bordean su territorio tres sierras: la de Lóuzara, Monte Oribio y Albela. La mayor altitud en el municipio se encuentra en la sierra del Oribio, a 1.443m. Frente las Sierras constrastan los profundos valles y la red fluvial con los ríos Lóuzara y Lor. El río Lóuzara, que vierte sus aguas en el río Lor, después de serpentear por todo el valle que le de la nombre, conforma uno de los lugares paisajísticos mási hermosos de la Galicia interior.
La vertiente occidental la capitanea el río Sarria, que deja sus aguas en el Neira y este las transporta por las tierras paralelas al Miño.
Pueden apreciarse tres zonas bien diferenciadas: la central, zona de asentamiento de las poblaciones más importantes; la zona norte, más abierta y con tierras en pendiente y suaves lomas, y Lóuzara, la zona sur con un paisaje bravía montón de montañas y valles.
Su término municipal cuenta con 1897 habitantes distribuidos en 24 parroquias que ocupan una superficie de 136 qm². Samos experimentó una despoblación progresiva que llega a ser alarmante ya que perdió casi dos tercios de la población con la que contaba en 1930: un verdadero éxodo rural. Pero como muestran las estadísticas, esta emigración disminuye a partir del año 1960.
Bordean su territorio tres sierras: la de Lóuzara, Monte Oribio y Albela. La mayor altitud en el municipio se encuentra en la sierra del Oribio, a 1.443m. Frente las Sierras constrastan los profundos valles y la red fluvial con los ríos Lóuzara y Lor. El río Lóuzara, que vierte sus aguas en el río Lor, después de serpentear por todo el valle que le de la nombre, conforma uno de los lugares paisajísticos mási hermosos de la Galicia interior.
La vertiente occidental la capitanea el río Sarria, que deja sus aguas en el Neira y este las transporta por las tierras paralelas al Miño.
HISTORIA

Los vestigios arqueológicos conservados en el ayuntamiento de Samos son testimonio de un remoto asentamiento prehistórico en estas tierras. La manifestación más antigua de esos primeros pobladores la encontramos en las cuevas de Santalla, los castros de Loureiro y las medorras de Bustofrío y Trascastro. La abundancia de castros muestra la importancia de la cultura castrense, manifestada en lugares como Pascais, Romelle, Lourido, Estraxiz... a pesar de que no se tengan hecho excavaciones en estos lugares se puede datar la presencia de esta cultura en el periodo comprendido entre los s.VII a.C y el s.II d.C, y es muy probable que los asentamientos habían perdurado hasta la Edad Media.
La llegada de los monjes, en el siglo VI, va a acaparar la historia municipal, íntimamente ligada a la de su monasterio. Su origen se remonta la época visigoda, situando su fundación en el s.VI, en tiempos de San Martín de Dumio.
El monasterio fue abandonado en el año 714 con la llegada de los moros a Lugo, pero por poco tiempo, pues tense noticia de la asignación que hace la reina Fruela en la segunda mitad del s.VIII el abad Argerico, y de la posterior estancia de su heredero Alfonso II El Casto, que pasó aquí su infancia tras el asesinato de la reina.
En el s.X la vida monástica en el monasterio sufrió un quebranto, y fue a petición de los nobles gallegos Arias y Gutier Menéndez, que Sano Virila, abad de Penamairor en Becerreá, enviase a 17 monjes que finalmente logran retomar la vida monástica en el cenobio.
Del auge de la abadía de Samos tenemos noticia documentada en una bula papal de Alexandre III del año 1175, momento en el que la abadía ejercía la jurisdicción sobre de 105 iglesias desperdigadas por toda Galicia.
En el s.XV los Reyes Católicos implantan una reforma en los monasterios benedictos, orden a que se incorporó lo de Samos en el 1505 teniendo como consecuencia un importante ánimo en el campo económico y en la formación monacal, viviendo una época de intensa actividad en los s.XVII y XVIII.
El s.XIX se inicia con una etapa de incertidumbre para el futuro de la abadía, que ve como en el año 1835 de los 37 monjes que habitaban el monasterio 3 permanecieron en Samos. Esto lleva consigo un deterioramento del edificio, que fue entregado por el Estado al Ayuntamiento de Samos, pero la insuficiencia de fondos para afrontar el su mantenimiento conlleva la devolución a manos del Estado en el año 1862. No será hasta el año 1880, cuando el monasterio inicia su resurgimiento con la llegada de 9 monjes de la Orden de Valladolid, que trabajan a destajo en su restauración.
La llegada de los monjes, en el siglo VI, va a acaparar la historia municipal, íntimamente ligada a la de su monasterio. Su origen se remonta la época visigoda, situando su fundación en el s.VI, en tiempos de San Martín de Dumio.
El monasterio fue abandonado en el año 714 con la llegada de los moros a Lugo, pero por poco tiempo, pues tense noticia de la asignación que hace la reina Fruela en la segunda mitad del s.VIII el abad Argerico, y de la posterior estancia de su heredero Alfonso II El Casto, que pasó aquí su infancia tras el asesinato de la reina.
En el s.X la vida monástica en el monasterio sufrió un quebranto, y fue a petición de los nobles gallegos Arias y Gutier Menéndez, que Sano Virila, abad de Penamairor en Becerreá, enviase a 17 monjes que finalmente logran retomar la vida monástica en el cenobio.
Del auge de la abadía de Samos tenemos noticia documentada en una bula papal de Alexandre III del año 1175, momento en el que la abadía ejercía la jurisdicción sobre de 105 iglesias desperdigadas por toda Galicia.
En el s.XV los Reyes Católicos implantan una reforma en los monasterios benedictos, orden a que se incorporó lo de Samos en el 1505 teniendo como consecuencia un importante ánimo en el campo económico y en la formación monacal, viviendo una época de intensa actividad en los s.XVII y XVIII.
El s.XIX se inicia con una etapa de incertidumbre para el futuro de la abadía, que ve como en el año 1835 de los 37 monjes que habitaban el monasterio 3 permanecieron en Samos. Esto lleva consigo un deterioramento del edificio, que fue entregado por el Estado al Ayuntamiento de Samos, pero la insuficiencia de fondos para afrontar el su mantenimiento conlleva la devolución a manos del Estado en el año 1862. No será hasta el año 1880, cuando el monasterio inicia su resurgimiento con la llegada de 9 monjes de la Orden de Valladolid, que trabajan a destajo en su restauración.